Cuando hablamos de realizar un consumo energético eficiente y responsable, ya no podemos limitarnos a ser cuidadosos con lo que ocurre en casa, por ejemplo, con nuestras luces o nuestros electrodomésticos. Ni tampoco a lo que ocurre en oficinas, fábricas y centros de trabajo.
Gran parte de la energía que consumimos se esconde en gestos cotidianos que realizamos frente a una pantalla sin darnos cuenta. Las actividades digitales que parecen inofensivas -como enviar un correo, realizar una videollamada o escuchar música en streaming-, dependen de infraestructuras invisibles pero altamente consumidoras de energía como son los centros de datos, las redes de telecomunicaciones, los servidores en la nube… ¿Eres consciente del impacto de las tecnologías digitales en el medioambiente? Hoy analizamos esta cuestión.
El impacto de las tecnologías digitales en el entorno te sorprenderá…
El impacto ambiental de nuestra vida digital es un fenómeno relativamente reciente, pero que está dejando consecuencias cada vez más notables. En 2020, según la Agencia Internacional de la Energía (IEA), las tecnologías digitales representaban ya cerca del 4 % del consumo eléctrico mundial y la tendencia sigue al alza.
Por ello, hablar de eficiencia energética hoy implica también examinar cómo usamos la tecnología digital. Por eso, hoy queremos exponer algunos hábitos digitales frecuentes que tienen un coste energético significativo.
1.- Reproducir contenido en streaming en alta resolución
Ver series, películas o videoclips en plataformas de streaming es una actividad masiva que practicamos todos sin excepción (hasta tu abuela cuando reproduce ese vídeo de gatitos que le has enviado por WhatsApp). Pero si lo hacemos en 4K desde un dispositivo que no lo necesita (por ejemplo, un móvil), estamos multiplicando innecesariamente el tráfico de datos y, por tanto, el consumo energético de los centros de datos y las redes. La alta resolución conlleva un mayor procesamiento, tanto en el servidor como en el dispositivo, y más energía en la transmisión.
2.- Almacenamiento masivo e innecesario en la nube
Muchos servicios sincronizan automáticamente miles de archivos con la nube. Guardar todas las fotos, correos o documentos sin depuración periódica implica que grandes volúmenes de datos se mantengan activos en servidores 24/7, refrigerados y alimentados eléctricamente. El almacenamiento digital tiene un coste ambiental muy alto.
3.- Correos electrónicos no leídos o eliminados con archivos pesados
Enviar y recibir correos es una práctica común y, paradójicamente, más olvidada en términos de impacto energético. Un solo correo con un archivo adjunto puede implicar una cadena de consumo: creación, envío, almacenamiento y lectura desde diferentes dispositivos. Según estimaciones de la consultora Carbon Literacy Project, un correo sencillo puede generar entre 0,3 y 4 gramos de CO₂, dependiendo del contenido.
4.- Uso indiscriminado de videollamadas
Las videollamadas se han consolidado como herramienta habitual, pero mantener la cámara encendida durante una hora de reunión puede consumir hasta ocho veces más datos que si se utiliza solo el audio. Reducir el uso del vídeo, especialmente cuando no es necesario, puede suponer un gran ahorro a gran escala.
5.- Reproducción automática de contenidos
Redes sociales y plataformas de vídeo activan por defecto la reproducción automática de sus contenidos audiovisuales. Esto genera un consumo de energía constante, incluso cuando el usuario no está prestando atención al contenido. Desactivar esta función puede reducir significativamente el tráfico de datos, ya que se trata de otra práctica que demuestra el gran impacto de las tecnologías digitales en el consumo energético.
6.- Consultas y búsquedas innecesarias en internet
Cada búsqueda en la red requiere activar múltiples servidores y nodos intermedios. Si bien una consulta individual tiene un impacto bajo, su reiteración y automatización (por ejemplo, al consultar constantemente el tiempo que es un gesto que hacemos todos, sobre todo si nos vamos de viaje) acumula un consumo energético global relevante.
7.- Uso de dispositivos conectados las 24 horas
Asistentes virtuales, routers, televisores inteligentes y otros equipos del hogar digital permanecen encendidos permanentemente. Muchos no se apagan ni siquiera en modo reposo. Desconectarlos o automatizar su apagado puede optimizar su eficiencia y evitar parte de ese impacto que causan las tecnologías digitales en el mundo.
El consumo energético responsable ya no se limita a electrodomésticos, luces o vehículos. Nuestra huella digital, aunque invisible, está creciendo y debe ser gestionada de forma responsable. Gestos como eliminar correos con archivos pesados o apagar equipos en reposo pueden contribuir enormemente a que el gasto energético disminuya y no hagamos un despilfarro de energía que impacta notablemente en la sostenibilidad del entorno.