Energía fotovoltaica y energía solar térmica: ¿es lo mismo?

Energía fotovoltaica y energía solar térmica

Buscar fuentes de energía alternativas a la electricidad está siendo una prioridad. Por un lado, los precios de esta fuente energética se han disparado de una manera tan desorbitada que tanto empresas como particulares buscan nuevas fórmulas de abaratar este coste. Por otro lado, es una urgencia medioambiental usar energías más limpias, renovables y no contaminantes que permitan recudir el impacto que estamos causando al planeta.

Todo esto nos conduce, como decíamos, a que otras fuentes de energía estén adquiriendo gran protagonismo. Por ejemplo, estas dos fuentes que están muy en boga en estos momentos: la energía fotovoltaica y la energía solar térmica. ¿Son la misma fuente de energía? ¿Proceden las dos del sol? ¿Funcionan igual? Te lo explicamos en este post para que conozcas lo que tienen en común y lo que las diferencia como fuentes energéticas.

El sol: el punto de partida

Antes de abordar las diferencias que hay entre estas fuentes de energía, es importante recordar lo que tienen en común, motivo por el que pueden llegar a confundirse. Efectivamente, el sol es la fuente de la que proviene tanto la energía solar fotovoltaica como la energía solar térmica.

Otro aspecto que tienen en común ambas alternativas es que las dos necesitan la instalación de paneles solares para captar y transformar la energía del sol, que será utilizada como fuente energética.

A partir de aquí es cuando llegan las diferencias entre estas alternativas de energía y su manera de proporcionarla. Resulta interesante conocer sus diferencias y funcionamientos ya que así podrás elegir aquella que mejor se adapte a tus necesidades de consumo.

La energía solar térmica

Se trata de una fuente energética que aprovecha las radiaciones solares en forma de calor. ¿Qué quiere decir esto? Pues que esta energía lo que hace es aprovechar el calor del sol para calentar el agua que circula por las tuberías de los lugares en los que se instala y así tener, por ejemplo, agua sanitaria caliente. La idea con la que tienes que quedarte es que esta energía no genera electricidad sino que genera calor.

Las principales ventajas de esta opción es que permite disponer de agua sanitaria caliente y de sistemas de climatización de forma más económica y, también, que permite almacenar esa energía térmica (en forma de calor) en depósitos de agua para proveer a otros sistemas energéticos como el gas.

La energía solar fotovoltaica

En este caso, las placas fotovoltaicas lo que captan no es el calor sino la luz solar que la transforman en electricidad gracias a materiales semiconductores.

Esa energía solar permite reducir el consumo eléctrico en hogares y empresas para no depender tanto de las compañías comercializadoras a las que incluso se puede vender el excedente de electricidad producido con la opción de vertido a red.

La energía del sol que se transforma es almacenada en baterías para utilizarla en las horas en las que no hay radiaciones solares o cuando se necesite más energía.

¿Cuál es la principal diferencia?

La principal diferencia reside, por lo tanto, en que la energía solar térmica aprovecha el calor del sol para calentar mientras la energía solar fotovoltaica aprovecha la luz solar para producir electricidad. Eso sí, con los equipos y la tecnología necesaria en cada caso, que aunque son muy similares presentan algunas diferencias para poder canalizar la energía y utilizarla posteriormente.

No podemos decir que una opción sea mejor que otra ya que no se trata de sistemas excluyentes y cada vivienda o empresa deberá valorar la fórmula más adecuada. En muchos casos, contar con un asesoramiento experto es la mejor manera de optimizar la inversión inicial y dar con la fuente energética adecuada.